El tema elegido para acompañar la
crónica de esta semana es “Soldadito Marinero” de Fito y Fitipaldis en un
increíble directo que hicieron en Bilbao allá por el 2004.
Después de dos ajetreadas semanas
de viajes con mis padres que ya les he comentado, casi seguido y sin tiempo
para recuperar fuerzas volvía a mi vida normal. Quizás no tan normal como antes
ya que un día después de que se fueran comencé las clases de preparación para
el examen de Advance de Cambridge. Esto significa que he pasado de ser de los
mejores de la clase a prácticamente el peor. Los nuevos compañeros tienen un
nivel impresionante tanto hablado como escrito y las clases exigen tener ese
inglés no estudiado sino de base para poder conseguir buenos resultados.
Si antes me daba la impresión de
que en la escuela no aprovechaba mucho el tiempo, en estas 4 semanas me he dado
cuenta que en esta nueva modalidad es todo lo contrario. El ritmo de clases es
muy alto, no paramos de hacer ejercicios y el trabajo que nos mandan a casa es
excesivo, por lo que tengo que estar prácticamente todo el día estudiando
inglés pero al fin y al cabo a eso es a lo que vine. La primera semana nos
hicieron un test para comprobar los niveles y obtuve una marca del 20%. Una
marca terriblemente deprimente pero que la profesora me dijo que no me
preocupaba porque era algo normal. Nunca había visto un examen de ese estilo y
no había estudiado ni la gramática ni el vocabulario para un examen de este
nivel.
El objetivo es llegar a la marca
del 60% y después de un mes he doblado mi marca y ya estoy en torno al 45%. No
obstante, yo estas clases sólo las estoy haciendo para aprender más ya que no
tengo intención alguna de realizar ese examen al menos por el momento.
Dentro de las actividades de la
escuela programada por la escuela, durante estas semanas hemos tenido el “casino
night” una tarde donde se organizó un casino interno con los principales juegos
de un casino y donde pasamos un rato agradable quellos compañeros que nos
quisimos quedar.
La otra actividad fue el pasado
viernes donde los alumnos de preparación del CAE (nivel Advances) y FCE (Nivel
First) disfrutamos de una BBQ de hamburguesas en la playa de Cogee Beach. Este
día nos sirvió para practicar el inglés y despejar un poco la mente después de
tanto trabajo dentro de las clases. Parece que el frío comienza a llegar a
Sydney, y aunque el día no fue el más agradable de todos pudimos pasar un buen
rato todos juntos.
Por otra parte en el tema del
alojamiento también hay novedades. El pasado domingo fui a ver una casa que
encontré por internet donde ofrecían una habitación. El lunes me enteré que
causé una buena impresión, así que a partir del próximo sábado 27 dejo la
residencia y me voy a vivir a la casa de un australiano llamado Scott, en la
que tendré mi habitación y mi propio baño. Un paso que estaba buscando dar hace
tiempo pero que por el tema del idioma no me atrevía. Ahora se abre una nueva
etapa donde estaré en continuo contacto con el inglés. En la próxima crónica
pondré las fotos de mi nuevo hogar en el que espero sentirme como en casa.
Hace algunos fine de semanas
estuvimos por dos zonas que no habíamos estado hasta ahora, la primera Palm
Beach 1 horita en coche hacia el norte de Sydney, y la segunda la zona de
Mosman, también en la zona norte de Sydney pero tan solo a 15 minutos en coche.
Me habían hablado maravillas de
Palm Beach, pero la verdad que para mí no fue para tanto, cierto es que el
camino en coche es muy bonito viendo los constantes contrastes entre playas y
vegetación, pero la playa de Palm Beach como tal, a mí no me impresionó en
absoluto. La zona y el pueblo muy coqueto. En uno de los extremos de la playa
si había un bonito rincón de rocas donde pudimos pasar un ratito hablando y
disfrutando de las vistas. Con el paso del tiempo parece que ese fue el último
fin de semana con el tiempo agradable ya que desde hace dos semanas parece que
se empieza a instalar el fresquito, eso sí con días soleados y bonitos.
Por la tardecita, nos acercamos a
la zona de Mosman, un suburbio de Sydney bastante bonito, ubicado al norte y en
plena bahía. Una de las zonas más bonitas Balmoral Beach, un sitio muy coqueto
estilo Watsons Bay pero mucho más masificado. La perspectiva era tan agradable
que incluso la gente lo usa para sus fotos de boda.
Otra de las cosas que hice
durante estas semanas fue acudir a una peculiar exposición de arte, se llamaba
arte en movimiento y supuestamente era arte interpretado por personas. Yo no me
entero mucho de estos temas, pero está claro que para los gustos colores porque
los compañeros con los que fui estaban privados con la exposición. Aquí les
dejo unas fotos para que se hagan una idea de lo que pudimos ver.
Así han acontecido nuevas semanas
en Sydney, donde otra de las novedades fue el cambio de hora tanto en España
como en Australia, ustedes una hora más y nosotros una menos que hace que la
diferencia horaria pase de 11 a 9 horas, por lo que ahora estoy un poco más
cerca dentro de la lejanía. Por otra parte, ya me voy acercando a ese objetivo
de las 36 semanas de inglés, y voy planteándome nuevos logros y objetivos para
los meses que vienen. El primero como ya les dije está por venir, compartir con
un australiano el hogar, en las próximas entradas les comentaré como me va
yendo.
El tema elegido para amenizar la segunda parte de la crónica del periodo vacacional y un poco en sintonía con los días vividos en Pascua es "Always look on the bright side of life". La pongo traducida al español para que vean que la letra no tiene desperdicio.
El pasado 14 de marzo, la
expedición hacía un break en la estancia en Sydney para ir a Melbourne, donde
la principal atracción era la fórmula uno, pero donde encontramos otras cosas
que también nos llamaron mucho la atención.
El viaje lo hicimos con la
compañía Virgin Airlines y duró algo más de 1 h 30 min, un viaje bastante
cómodo y que permite si vas por la mañana poder disfrutar durante toda la tarde
de la ciudad. El hotel estaba ubicado en el barrio de Chinatown que está
integrado en el centro de Melbourne y nos permitía la posibilidad de acceder a
las partes más importantes de la ciudad tanto a pie como en los famosos
tranvías.
Las primeras sensaciones de la
ciudad fueron positivas, de entrada nos pareció una ciudad más antigua y grande
que Sydney y un poco más industrial, nos llamó mucho la atención el contraste
entre lo moderno y lo antiguo y la cantidad de variedad arquitectónica que
posee la ciudad.
Ciertos puntos son de visita
obligada, como Flinders St y su bonita estación de tren, las diferentes
perspectivas del río Yarra, Federation Square, el impresionante edificio de la
National Gallery Victoria y la base de la Eureka Skydeck (el edificio más alto
de Melbourne).
También tuvimos tiempo de
disfrutar de la perspectiva que ofrecen diferentes puntos de la ciudad, como la
zona del casino y adentrarnos en el centro por las famosas calles estrechas de
Melbourne.
Otra de las actividades que
teníamos pensadas era hacer la famosa ruta “Great Ocean Road” a unas 4 horitas
en coche desde Melbourne dirección. Una paliza que mereció mucho la pena ya que
pudimos disfrutar de un atardecer en la zona de los 12 Apóstoles, unos roques
naturales que se han formado debido a la erosión del agua. La verdad que todos
los parajes que mostraba esta costa eran sencillamente espectaculares. Así que declaramos la “Great Ocean Road” como
visita obligada para todos aquellos que se acerquen a Melbourne.
Después de pegarnos durante todo
el viernes en coche, tocaba descansar durante la mañana dando un paseo por Melbourne
con Sofía. Conocida de mi tío y que a principios del mes de marzo emprendía una
aventura similar a la mía pero en la ciudad de Melbourne. Ella nos enseñó un
poquito lo que le había dado tiempo a conocer ya que cuando nosotros fuimos
sólo llevaba allí 15 días. Por supuesto no pudo faltar la foto enfrente de la
biblioteca de dos Canarios que sueñan con Australia.
Por la tarde, nos desplazamos a
Philips Island a ver un acontecimiento muy popular en Melbourne. La “vuelta a
casa de los Pingüinos” un acción impactante de la naturaleza de la que pudimos
disfrutar, pero de la que también el hombre se aprovecha para hacer negocio.
Pero bueno, ver la sonrisa de mi madre mientras los pingüinos de unos 30
centímetros caminaban a escasos 2 metros nuestras mereció la pena. Siento no
poder mostrarles fotos pero la organización no nos dejaba sacar ni fotos ni
videos, así que si quieren saber algo a cerca de estos pingüinos pueden pulsar aquí.
El domingo nos esperaba un día de
esos que un aficionado al deporte tiene marcado en rojo en el calendario. El
domingo comenzaba la Fórmula 1 en el circuito de Albert Park. A escasos 10 min
en tranvía desde el centro se encontraba este circuito que está perfectamente
integrado tanto en la ciudad como en el parque. Debido al mal tiempo, se
suspendió la clasificación por lo que los que teníamos entrada para el domingo,
pudimos disfrutar tanto de la clasificación como de la carrera.
El día se presentaba frío y
húmedo, así que bien equipados nos presentamos en el circuito a las 10 de la
mañana para ver la clasificación. Después de esto, había que hacer tiempo hasta
las 5 de la tarde, así que no quedaba otra que caminar por Albert Park y ver
las numerosas atracciones que la organización tenía preparada para los
espectadores.
Exposiciones de vehículos nuevos
y antiguos, Fans zone con merchandaising de los principales equipos ,
diferentes shows como los hombres más fuertes del mundo, zonas para peques o
numerables carreras de diferentes modalidades hicieron que la espera fuera más
amena.
Justo una hora y veinte minutos
antes empezaba a sentirse el ambiente de la carrera de F1. Exhibición de
Avionetas y Caza de las Fuerzas Armadas Australianas, paso de los pilotos
saludando a los aficionados, aquí pudimos ver cómo Alonso se volcaba con la gente
cuando veía muchas banderas españolas y asturianas juntas, así como la apertura
del Pit Lane hacían presagiar que el momento estaba cerca.
Cinco minutos antes de la salida,
nos sobrevoló un enorme avión de la compañía Quantas, y luego bien ubicados delante
de una pantalla gigante y la pista tocaba preparar la cámara y disfrutar del
momento. Los que vieron la carrera ya
saben cómo acaba la historia, Alonso que salía 5º adelantaba dos posiciones en
la salida y se ponía 3º, y ya luego con el paso de las vueltas adelantaría
también a Massa terminando segundo.
Durante las primeras 16 vueltas estuvimos
en el mismo sitio, y una vez comenzaron las paradas de boxes ya nos empezamos a
mover por todo el circuito para disfrutar de diferentes perspectivas y sensaciones.
Una de las mejores fue verlos pasar por una de las rectas que van a fondo y en
el que el ruido del motor es espectacular, aparte de que casi no da tiempo de
averiguar quién es el que está pasando. Pero la sensación de tener un coche de
esos a poco más de dos metros y a más de 250 km/h llega a poner los pelos de
punta.
El final de la carrera lo vimos
en una de las pantalla gigantes donde se concentró un gran número de personas
agotados ya de pasar todo un día de pie y caminando por el circuito. Al final
segundos, y muy contentos para el hotel sabiendo que el año para Alonso estaba
comenzando muy bien. Esperemos que en sucesivas carrera demuestre que no sólo
el comienzo fue bueno.
Por la noche y para despedirnos
de Sofía y de Melbourne una experiencia de lo más peculiar y que llegó de
rebote ya que fue de los pocos lugares que encontramos abiertos. Un japonés
donde disfrutamos de una barbacoa de carnes y pescados aparte de las sopas y
todas esas verduras raras que sirven. Una vez más, a mí me gustó pero al
personal no tanto, si a eso le sumas que nos obligaron quitarnos los zapatos
para comer, pues ya se empiezan a entender las caras de la foto.
Después de disfrutar de Melbourne
durante cuatro días tocaba ponernos en camino hacia Sydney, ciudad a la que tardaríamos
en llegar dos días previas paradas en Canberra y Jervis Bay. Así que nos
quedaban 1200 km en coche en los que podíamos intercambiar opiniones acerca de
lo que ya habíamos visto y vivido. Mi madre decía “¿Cuándo llegamos a Sydney? A
mi Sydney si me gusta, Melbourne no tanto”. Mi padre sin embargo comentaba que
“Melbourne es una gran ciudad, quizás más ciudad que Sydney”. Mi tío
apuntillaba: “lo que pasa que el mar, le da esa cosa a Sydney” y por último
yo que estoy condicionado y que he jurado
amor eterno a mi segunda ciudad comentaba: “Yo lo siento, pero Melbourne me ha
decepcionado, me esperaba otra cosa, aunque creo que las ciudades hay que
vivirlas y yo no tengo culpa de vivir en una de las ciudades más bonitas del
mundo”.
Tampoco se trata de entrar a
valorar si una ciudad es mejor que otra, una cosa si está clara, cualquier
ciudad de Australia por lo que he leído, lo que me han contado y lo que he
vivido muestra un potencial espectacular. Terrazas de café llenas, restaurantes
hasta la bandera, tiendas que no paran de vender y gente por todas partes. Esto
hace caer en la cuenta de que estás en un país fuerte donde la gente tiene
dinero y lo puede gastar.
Tras pasar por Melbourne llegamos
a Canberra, la Capital de Australia. Muchas cosas malas había escuchado yo de
esta ciudad. Que si era aburrida, que si no había nada que ver ni que hacer.
Quizás fue eso lo que hizo que me impactara tanto la ciudad. Creo que es la
ciudad que mejor hecha y distribuida está de lo que he visto en mi vida. Calles
amplias, nada de atascos, todo absolutamente nuevo, bien señalizado y los
puntos de interés que tienen construidos con muy buen gusto. Canberra tiene
casi la misma población que Las Palmas
de Gran Canaria, pero es 13 veces más grande en extensión. Imaginen la cantidad
de parques y zonas verdes que puede tener a parte de la calidad de vida.
¿Qué hacer en Canberra? Pues no
mucho la verdad. Visitar los 3 puntos importantes que tiene. El primero el War
Memorial, un monumento a los caídos en las diferentes guerras que ha
participado Australia, especialmente en la de Vietnam. Es impresionante ver las
cosas cuando se hacen con un gusto exquisito, y ver un muro de bronce con los
nombres de todas esas personas que dieron su vida por el país es algo que
sobrecoge.
Enfrente del War Memorial está el
Parlamento con visión directa para recordar a los políticos no volver a caer en
los errores del pasado. Un Parlamento que derrocha poderío y lujo algo que a mi
padre le pareció mal, “No hay derecho poner estos mármoles y estas cosas tan
lujosas con dinero del pueblo”, y yo le contestaba: “Por lo menos aquí no es
sólo en el parlamento, sino que en la calle vez que todo está bien hecho y con
calidad, no como en España que lo bueno no sale del Congreso”.
Por último subimos a la Black
Mountain donde se ubica la torre de Telstra y donde se puede disfrutar de una
vista panorámica de Canberra. Tras esto vuelta al coche y nuevo destino, Jervis
Bay al que llegaríamos bien entrada la tarde y lugar en el que disfrutaríamos
de un buen solomillo a la piedra para reponer fuerzas.
Al siguiente día y antes de
volver a Sydney, nos quedaba por disfrutar de Jervis Bay o lo que es lo mismo,
disfrutar de bonitas playas y la experiencia de estar con los Kangaroos. Este
es un sitio que suele impactar a los visitantes y que les ayuda a enamorarse un
poquito más de Australia porque se llevan unas fotos para enmarcar como estas.
Para los últimos cuatro días en
Sydney ya sólo nos quedaba la visita a las principales playas como Manly, Cogee
y Bondi Beach, disfrutar paseando por el Botanic Garden y caminar en el
atardecer por el Harbour Bridge y ver la puesta de sol desde Milsons Point.
Gracias a Dios y salvo el día que fuimos a Manly, el tiempo nos respetó y
pudieron seguir disfrutando de partes diferentes de la ciudad y comprobando la
calidad con la que están hechas las zonas de playa de Sydney.
La última noche en Sydney la
pasamos con los amigos Bruno y Ehedei, con los que compartimos mesa y mantel en
un Brasileño de Darling Harbour en el que comimos fenomenal.
Por último y el mismo día de la
vuelta a España, tiempo para comprar souvenirs en la zona de Darling Harbour y
Paddy´s Markets.
Así pasaron 17 días fabulosos en
los que pude recargar pilas con el cariño de la familia que me demostró que
después de 6 meses y pese a la distancia todo sigue igual y nada ha cambiado.
Fueron 17 días de ensueño en los que disfruté enseñándoles mi realidad y en los
que por algunos momentos deseaba que el tiempo se parase para no volverme a
separar de ellos, pero creo que la separación es lo que ha hecho que estos días
hayan sido tan especiales. Con esta imagen de la despedida en la retina, sólo
me queda darles las gracias por estos días y por haberme dado la oportunidad de
vivir esto junto a ellos. Ya se los he dicho personalmente, y ellos también lo
saben, pero no me cansaré de decirles que los quiero mucho y que no pasa un
solo día en que no me acuerde de ellos.
Con el cansancio físico y otra
vez la sensación de vacío y soledad al quedarme sólo en esta realidad acabó la
semana 27, y con ella el periodo vacacional. Entrando ya en las últimas 10 semanas
de clase que les contaré como van transcurriendo en sucesivas crónicas.